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El sueño de un explorador: hacia el Polo Sur
Corría
el
mes
de
diciembre
del
año
1911.
A
las
tres
de
la
tarde
del
día
14
un
equipo
de
cinco
intrépidos
exploradores,
capitaneado
por
el
noruego
Roald
Amundsen,
alcanza
el
Polo
Sur,
convirtiéndose
en
los
primeros
seres
humanos
en
lograr
semejante
hazaña.
Amundsen
había
nacido
en
1875
en
Borje
(Noruega)
y
soñaba
desde
pequeño
con
grandes
conquistas;
podría
decirse
que
era
un
explorador
nato.
Albergaba
la
esperanza
de
ser
el
primer
hombre
en
poner
un
pie
en
el
entonces
inexplorado
Polo
Norte,
y
se
preparaba
para
ello
pasando
largas
temporadas
en
el
Ártico,
aprendiendo
con
los
esquimales
para
su
futura
expedición.
Ya
consagrado
como
famoso
explorador,
en
1910
se
hallaba
a
punto
de
zarpar
hacia
su
sueño,
cuando
recibió
la
noticia
de
la
conquista
del
Polo
Norte
por
el
estadounidense
Robert
Edwin
Peary.
Lejos
de
amilanarse,
modificó
sus
planes
sobre
la
marcha
y
el
3
de
junio
de
1910
zarpaba
del puerto de Oslo a bordo del Fram con rumbo a la Antártida. La aventura había comenzado.
Tras
más
de
medio
año
de
navegación,
a
principios
del
año
1911
Amundsen
ya
se
encontraba
en
la
Antártida,
e
instalaba
su
campo
base
en
un
lugar
conocido
como
la
Bahía
de
las
Ballenas.
Durante
varios
meses,
y
coincidiendo
con
el
invierno
austral,
se
dedicó
a
preparar
minuciosamente
la
expedición.
Con
su
equipo,
estudió
con
detalle
toda
la
información
que
había
podido
recopilar
sobre
otras
expediciones
anteriores
a
la
Antártida,
y
realizaron
adaptaciones
tanto
en
los
trineos
que
llevaban
como
en
las
ropas
y
botas
con
las
que
se
abrigaban;
además,
trazaron
una
ruta
a
seguir
e
instalaron
algunos
depósitos de víveres para su aprovisionamiento en la fase inicial de la expedición.
A
finales
del
invierno
austral,
y
cuando
las
condiciones
meteorológicas
lo
permitieron,
protagonizaron
Paralela
a
la
expedición
de
Amundsen,
en
esas
mismas
fechas
se
desarrollaba
otra,
capitaneada
por
el
explorador
británico
Robert
Falcon
Scott.
Cuando
el
17
de
enero
de
1912,
Scott
y
sus
hombres
alcanzan
tras
numerosas
penurias
el
Polo
Sur,
encuentran
la
bandera
noruega,
una
tienda
y
dos
cartas
que
Amundsen
les
había
dejado.
Profundamente
abatidos
y
físicamente
destrozados,
emprendieron
el
regreso,
aunque
no
lograron
regresar
con
vida
a
su
campamento base.
una
primera
salida
que
pudo
tener
un
desenlace
trágico.
Tras
este
intento
fallido,
el
19
de
octubre
de
1911,
Amundsen,
junto
con
otros
cuatro
hombres
y
en
trineos
tirados
por
13
perros,
inician
definitivamente
su
marcha
hacia
el
polo
sur.
Durante
la
travesía
tuvieron
que
enfrentarse
a
las
condiciones
más
adversas
(temperaturas
gélidas,
tormentas
de
nieve,
densas
nieblas,
etc.)
que
ponían
continuamente
a
prueba
la
resistencia
de
todos
los
componentes
del
equipo.
Pero
Amundsen,
a
tenor
de
su
experiencia
en
las
regiones
del
Ártico,
sabía
cómo
debía
actuar
en
cada
momento,
tomando
decisiones
difíciles
pero
necesarias,
como
lo
fue
la
de
sacrificar
en
un
momento
dado
una
buena
parte
de
los
perros
para
garantizar
la
supervivencia
de
sus
hombres
y
del
resto
de
los
animales.
A
pesar
de
las
dificultades,
el
éxito
se
alió
con
Amundsen
y
su
equipo,
quienes
alcanzaron
definitivamente
el
Polo
Sur el 14 de diciembre de ese año 1911.