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2020 es uno de los años bisiestos.
¿Por qué existen los años bisiestos?
Si
te
preguntan
cuantos
días
tiene
un
año,
seguro
responderás
que
son
365,
distribuidos
en
doce
meses
de
30
o
31
días
y,
excepcionalmente,
28
días,
en
el
caso
del
mes
de
febrero.
La
respuesta
es
correcta,
pero
solo
en
parte,
ya
que,
cada
cuatro
años,
febrero
incorpora
un
día
más: es un año bisiesto, con 366 días.
El
motivo
de
la
existencia
de
un
año
bisiesto
cada
cuatro
años
hay
que
buscarla
en
la
astronomía.
Un
día
terrestre
es
el
tiempo
que
la
Tierra
invierte
en
completar
una
rotación
sobre
su
propio
eje,
mientras
que
un
año
tiene
que
ver
con
el
tiempo
que
tarda
en
describir
una
vuelta
completa
en
torno
al
Sol.
Ambos
períodos
de
tiempo
son
bastante
constantes,
y
pueden
usarse
como
unidades
temporales,
relacionadas
además
con
fenómenos
cíclicos
como
la sucesión de los días y las noches y de las estaciones.
Sin
embargo,
durante
su
traslación
en
torno
al
Sol,
nuestro
planeta
no
completa
justamente
365
giros
sobre
su
eje.
El
año
trópico,
que
así
se
denomina,
tiene
una
duración
exacta
de
365
días,
5
horas
y
48
minutos.
Es
decir,
algo
menos
de
6
horas
de
diferencia
con
respecto
al
año
del calendario.
La
forma
de
resolver
esta
discrepancia
fue
introducir
en
dicho
calendario,
ya
en
época
romana,
un
día
más
cada
4
años,
inventando
así
el
año
bisiesto.
Con
esto
se
ganaba
exactitud,
pero
persistía
un
pequeño
desfase
acumulativo,
pues
la
diferencia
real
no
es
de
6
horas,
sino
de
algo menos.
Con
todo
este
lío,
¿qué
años
son
bisiestos?
Pues
son
todos
los
años
múltiplos
de
4
que
no
acaben
en
doble
0,
salvo
los
que
son
divisibles
entre
400.
Por
ejemplo,
el
año
2000
sí
fue
bisiesto,
pues,
aunque
acaba
en
«00»,
es
múltiplo
de
400.
El
año
actual
2020
lógicamente
es
un
año
bisiesto.
De
este
modo,
continuaremos
gozando
de
sucesivos
años
bisiestos
cada
cuatro años… ¡hasta el año 2100!
Para
intentar
corregir
este
desfase,
se
decidió,
en
el
siglo
XVI,
al
adoptarse
el
nuevo
calendario
gregoriano
que
sustituyó
al
calendario
juliano,
que
no
serían
bisiestos
los
años
seculares
-
los
primeros
de
cada
siglo,
es
decir,
los
terminados
en
«00»
-,
exceptuando
los
divisibles entre 400.