La
tragedia
de
Japón
y
lo
sucedido
posteriormente
en
la
central
de
Fukushima
ha
vuelto
a
colocar
el
debate
nuclear
en
el
primer
plano
de
la
actualidad
y
en
las
agendas
de
los
países
desarrollados
de
todo
el
mundo.
Lo
que
parece
evidente
es
que
ni
siquiera
la
mejor
de
las
intalaciones
nucleares
está
completamente
a
salvo
de
una
catástrofe
natural
de
grandes
proporciones.
La
sombra
de
Chernobyl
ha
planeado,
25
años
después, sobre nosotros.
El
debate
es
complicado
y
muy
controvertido.
Por
una
parte,
las
exigencias
energéticas
de
los
países
tecnológicamente
desarrollados
son
desorbitadas,
y
no
dejan
de
aumentar.
Por
otra,
la
dependencia
del
petróleo
exterior
es
un
grave
lastre
en
las
Se reabre el debate sobre las nucleares
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economías,
especialmente
en
Europa.
Ante
este
panorama,
la
producción
eléctrica
mediante
energía
nuclear
aparece
como
una
alternativa
razonable,
por
la
que
claramente
han
apostado
países
como
Francia
y
el
propio
Japón.
Sin
embargo,
la
energía
nuclear
nunca
ha
sido
popular,
y
ahora
lo
es
mucho
menos.
Al
problema
tradicional
de
qué
hacer
con
los
residuos
-
de
por
sí
bastante
acuciante
-,
se
une
el
temor
a
un
escape
radiactivo
de
graves
consecuencias.
Colectivos
ecologistas
de
todo
el
mundo
y
la
población
en
general
han
intensificado
sus
protestas
en
este
último
mes,
después
de
lo
ocurrido
en
Fukushima.
Los
gobiernos
toman
buena
nota
de
ello
y
anuncian
medidas
drásticas,
como
el
cierre
de
centrales
de
más
de
40
años
y
la
revisión
de
otras
muchas
instalaciones.
¿Estamos
ante
un
cambio
en
la
política
energética
a
nivel
mundial
o
solo
ante
medidas
puntuales?
Lo
que
no
parece
cambiar,
con
independencia
de
la
opinión
sobre
las
nucleares,
es
el
desmesurado
consumo
energético que nos caracteriza.
Julio 2011