La
ciudad
brasileña
de
Rio
de
Janeiro
ha
acogido
desde
el
13
hasta
el
22
de
junio
de
2012
la
Conferencia
de
las
Naciones
Unidas
para
el
Desarrollo
Sostenible.
Ha
sido
la
mayor
de
todas
las
celebradas
hasta
la
fecha
por
el
organismo
internacional
y
una
de
las
más
esperadas,
tanto
por
la
temática
abordada
como
por
el
difícil
momento
económico
que
atraviesa
el
mal
llamado
Primer
Mundo,
con
Estados
Unidos
y
Europa a la cabeza.
La
Río+20,
como
se
la
ha
bautizado,
ha
dejado
tras
de
sí
Río+20, entre la esperanza y la decepción
Estás en: Inicio > Curiosidades > Fue noticia
una
extensa
declaración
de
intenciones.
En
ella,
los
países
participantes
-
más
de
180
-
reconocen
la
necesidad
y
la
obligación
de
caminar
en
pos
de
la
sostenibilidad,
como
única
forma
de
lograr
los
Objetivos
del
Milenio,
especialmente
la
erradicación
de
la
pobreza
extrema,
que
afecta
a
una
de
cada
cinco
personas
que
habitan
el
planeta.
Dicha
sostenibilidad
debe
basarse
en
tres
pilares:
el
crecimiento
económico,
el
desarrollo
social
y
la
protección
del
medio
ambiente.
Y
en
su
consecución
desempeñan
un
papel
esencial
los
avances
científicos
y
tecnológicos.
¿Cómo
resolver,
si
no,
el
acuciante
problema
energético,
o
disminuir
el
impacto
de
los
residuos
que
generamos?
La
investigación
científica
parece
la
única
vía
para
abordar
estas
cuestiones
vitales
a
medio
y
largo plazo.
Sin
embargo,
y
a
pesar
de
los
más
de
500.000
millones
de
dólares
puestos
en
juego
en
los
compromisos
alcanzados
en
ámbitos
tan
diversos
como
la
energía,
el
transporte,
el
nuevo
concepto
de
economía
verde,
la
lucha
contra
la
desertización
o
el
mantenimiento
de
las
grandes
áreas
boscosas,
entre
otros,
la
impresión
generalizada
es
que
todo
quedará
en
buenos
propósitos,
a
falta
de
una
hoja
de
ruta
concreta
que
involucre
tanto
a
las
economías
más
potentes
como
a
los
países
en
vías
de
desarrollo.
Para
estos
últimos,
condicionados
por
tremendos
problemas
internos,
la
superviviencia
inmediata
se
impone
claramente
sobre
la
preocupa-
ción
acerca
del
legado
a
las
generaciones futuras.
Junio 2012
EL
secretario
general
de
las
Naciones
Unidas,
Ban
Ki
Moon,
y
la
presidenta
brasileña,
Dilma
Rousseff,
durante
la
reciente Río+20.
Tal
vez
haya
sido
decepcionante
para
muchos,
pero
no
se
puede
negar
que
Río+20
asombra
por
la
magnitud
de
las
cantidades
relacionadas
con
su
desarrollo.
Para
comenzar,
el
número
de
participantes
se
cifra
en
45381,
entre
ellos
más
de
un
centenar
de
jefes
de
estado,
en
Los números de la cumbre
representación
de
188
países,
y
12000
delegados,
además
de
9856
ONGs.
La
seguridad
ha
estado
a
cargo
de
4363
personas,
mientras
que
cada
día
trabajaban
en
el
Rio
Center
-
la
sede
del
evento,
con
una
superficie
total
de
571000
m
2
-
unas
5000
personas
y
1500
voluntarios.
La
red
WIFI
tenía
capacidad
para
32000
usuarios.
Y
se
generaron
nada
menos
que
60
toneladas
de
basura,
aunque,
en
una
cumbre
sobre
sostenibilidad,
se
puso
especial
énfasis
en
el
uso
racional
y
la
utilización
de
materiales degradables.